Fepi, Wiki, Ticky, Taka.

Para mí, era una manera de salir a tomar vino y comer con amigos. Si bien había que mantener las formas porque no dejaba de ser un acontecimiento laboral y ya no da para subir al escenario a tocarle el peinado y hacerle sungudrule a Alcides después de un par de whiskys como ha ocurrido en otra época y lugar, era una buena oportunidad para beber, relajarse y mirar el panorama. Pues bien becerros de oro de la publicidad, el panorama me la dió con un diario enrollado en el pecho.

Llegué al bar a las 20:20 aproximadamente. Lochico ya estaban ahí. Uno impenetrable, se mostraba tranquilo, se veía resignado, se cubría con frases del tipo “yo los viernes a las 2 palmo”. Palmó a las 3:30 zigzagueando como Pradón después de salir de la rehabilitación de cadera. El otro, excitado por naturaleza. Expectante como séptimo hijo varón en su primer noche de luna llena, hablaba usando el cuerpo de la cintura para arriba y ni notó mi llegada. Saludé al tercero en la mesa y me senté. Bebimos un poco, cruzamos expectativas y cerca de las 21:20 subimos al auto para ir a la cena.

En la puerta encontramos las calcos pegadas en el piso que había que seguir hasta el salón y dos personas fumando. Pagamos las entradas y apenas nos enfrentamos a esa masa de gente sentada y murmurante mis compañeros huyeron al baño, lo que me convirtió en el tipo que busca 3 lugares en una mesa y encima también se está meando. Nos sentamos cerca del escenario, junto a unas gentes de la ciudad de Córdoba, educados y amables. Saludamos formalmente y nos mimetizamos con la clicka del ambiente.

La comida y bebida bien. Rescato los niños envueltos, la carne del plato principal y el helado. El chop suey estaba bien también pero no destacaba de cualquier chop suey que se pueda conseguir en Rosario. Lo mas novedoso era la duda constante de comer o no comer. Si comía no podía aplaudir, si aplaudía no podía comer. ¿Si la agencia ganaba un premio justo cuando tenía el bolo en la boca? ¿Si por ansia me olvidaba de sacarme la servilleta de la solapa y subía al estrado como mafioso de cine que lo matan en restaurante? Al final me decidí por comer. El único tipo de la mesa que terminó el plato. Viva la patria. (continúa mas abajo)

Endemientras, la ceremonia comenzó con el discurso del organizador, como un Patrick Stewart de cabotaje agradeciendo metafísicamente y con ímpetu de gurú el haber llegado hasta ahí. La actitud fue un poco mesiánica, new age, de autorrealización. OK, el tipo lo hizo. Critiquémoslo, sorprendámonos de la emoción que le genera ese evento que a nosotros no nos produce demasiado. Recibamos el amor que tiene para darnos. El tipo se levantó un día y lo hizo. Mas allá de la incertidumbre de los premios y de lo que pagamos para estar ahí, éramos parte de la creación, parte de los mamíferos dentro del arca. Rescato de su discursi la siguiente frase aplicable a todo y todos: “Las patadas en el culo son para ir para adelante”.

La premiación en general nos trató bien. Sobre 5 trabajos enviados llevarse 2 premios no es poco, y haber creído en los otros 3 que no ganaron nada tampoco está mal. El nivel general de los avisos, comerciales, spots y demás piezas me sorprendió gratamente y mas allá de cualquier análisis, los disfruté mucho, esa fue mi mayor sorpresa.

Al panorama de las agencias de Rosario lo divido en tres grandes grupos. El primero es el de las agencias ya obsoletas, con mucha experiencia en aceitar una forma de laburo y no correrse jamás de eso, que se mantienen mas por experiencia y conocimiento del mercado local y sus actores que por la búsqueda de innovación y actualización de recursos estéticos y técnicas de comunicación. Son las típicas agencias que están mas cerca del homenaje a la trayectoria que del premio genuino.

En el otro extremo tenemos a agencias que saben lo que quieren, con clientes que saben lo que quieren, hacen y dejan hacer. Los clientes creen en la agencia y viceversa, eso se ve reflejado en trabajos creativos y eficaces, que impactan y comunican. Y son las menos.

En el medio están las agencias híbridas, que se mantienen por proyectos paralelos tales como revistas o producciones en medios, que se van renovando por unidades de negocios y dejan de lado la parte mas ancha de producción publicitaria en medios tradicionales y las que están en constante búsqueda de feedback, que innovan a través de la gente y nuevos medios, o ponen énfasis en el diseño y dejan de lado el desarrollo de la idea. Dentro de todo ese espectro y según el caso, están mas cerca de un extremo o de otro.

El caso de Córdoba es otro. Hay mas guita > mas volumen de anunciantes y agencias > mas producción > ideas mejor desarrolladas > mas conciencia regionalista e histórica > menos apego a la metrópoli > mas independencia cultural y vuelta a empezar.

Eso sí, esto lleva a que haya mas estereotipos de creativos. Cada uno diciendo algo desde su remera. El paroxismo es el que subía con el neomorral camuflado. Al principio pensamos que recién había llegado y bueno, fué directo al escenario. Después del 4to premio nos dimos cuenta de que era una forma trendy de ocultar la bolsita del ano contra natura, no encuentro otra forma de explicarlo.

Las premiaciones se las llevaron los mejores laburos, y las que sobraban las repartieron entre las agencias de Rosario como una devolución diplomática a la pertenencia. Los cordobeses agradecían o se animaban al micrófono y los rosarinos no. Rescato la gesta del misionero (mas misionero que nunca, en el sentido tradicional) y del salteño que vinieron solos a recibir lo que seguramente en sus provincias no pueden medir. Salieron a la arena y volvieron triunfantes con el inodoro en la mano como los plomeros. (cuá!)

En líneas generales lo bueno de esto fue que nos ubicó en el gran mapa de la Argentina publicitaria real, a nuestro alcance, y hubo como un sentimiento de federalismo al principio que estuvo bueno y se fue diluyendo con el vino. Incluso se aplaudieron algunos comerciales y piezas que en BA hubieran pasado desapercibidas, pero los de acá somos mas auténticos y mas inocentes, y eso está buenísimo. Punto en contra para todos los que fumamos y dejábamos desierto el salón en los intervalos de la premiación y llenamos de humo el lobby, mirándonos entre nosotros, hablando entre desconocidos. Punto para los que se felicitaban sinceramente, punto para las medias de red de la promotora, punto para la publicitaria de junín y punto y coma (cua!cua!) para la flaquita encargada de organización. Punto para el vino y el morfi, (acá continúa) aunque me levanté el sábado con la hinchada del galatasaray colgada del parietal izquierdo. A propósito, fui el único de la mesa que terminó el plato (aunque no me comí la capelina de masa que actuaba como recipiente del chop suey – entrada, como sí hicieron mis compañeros creativos, acostumbrados a cruzar los límites, a romper y poner sus reglas, mis steven seagals de la publicidá, mis lorenzos lamas de los copys.)

Fue bueno ver que el concepto de premio fue genuino, que Fontanarrosa lo avalaba desde la pantalla de video, pero no fue tan bueno verlo grabado. Orwell volvé, tenías razón, te perdonamos!

Para concluir queridos energúmenos que estáis leyendo esta crónica arbitraria y pretenciosa, nos queda la duda de porcentajes de efectividad de los grandes ganadores de la noche (tantos ganados sobre tantos enviados) como para que no nos dé tanta envidia. La certeza que la próxima edición va a estar mas pulida, descontracturada, amistosa y no tan corporativa o martinfiérrica. Al menos espero eso, de todos modos estuvo bien, fue una buena primer patada en el culo para la publicidad del interior.

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